Conociendo las Flores de Bach a través de un relato

Relato de Josefina Iannetta alumna de la Formación en Medicina Floral

Nuevamente cuando trató de entrar a la vieja casona la sensación fue la misma, por eso volvió sobre sus pasos y se alejó. Encendió un cigarrillo, para que esa bocanada de humo la extasiara un poco y se fue hasta el café de la esquina para acomodar un poco sus ideas. Así como un cuento empezó a recordar. Se preguntó: ¿qué había pasado? ¿Cuándo? Y mil cosas más.
Ella seguía recluida en la vieja casona, a oscuras como siempre, ventanas cerradas, no permitiendo el ingreso de luz, de paz, de alegría. Nadie consiguió descubrir que le pasó, nadie pudo saber el porqué de tanta tristeza, apatía, desconexión con el día a día, aislamiento, melancolía, siempre cansada, dormía mucho cuando no se desmayaba como alejándose de toda realidad posible. Repetía una y otra vez la misma frase, episodio, circunstancia, como cuando todo el día escuchaba en el viejo Ranser impecable “Madame Butterfly”. Era un disco rayado.
Aludió sí muchas veces haber heredado de su madre el estado depresivo, cuando su padre murió en aquel accidente fatal, evadiéndose así de la realidad.
Nunca capitalizó una experiencia como una vivencia positiva, sino que al poco tiempo repetía en una descompensación de su salud o de su ánimo la misma situación.
Su mente estaba bloqueada, no se acicalaba en absoluto, así desgarbada en esa mezcla de ingenuidad era un espectro que deambulaba casi fantasmalmente por la casa. Al ser tan introvertida, callada y con frecuentes ataques de ira sin fundamento los pocos que se acercaban se alejaban por completo.
El único que logró arrimarse fue su entrañable amigo Pedro, que como siempre una vez a la semana se acercaba con las vituallas que de memoria proveía desde hacía años, quien gracias a su constancia en vencer todo tipo de adversidades continuó llevándolas y así sobrevivió, pues de lo contrario ya hubiera desaparecido.
Pero a pesar de todo -de ser obsesiva y reiterativa, recordando que todo tiempo pasado fue mejor, más feliz y ver desvanecidos sus sueños, de lo que podía haber hecho o logrado- a veces con un atisbo resurgía esa magia y lograba pintar deslumbrando con su sensibilidad, fluían formas y colores extraordinarios.
Terminó su café, pagó y salió. Necesitaba aire y caminar, acallar las voces de su mente. Se sentó en la plaza y se prometió no volver, se iría lejos, después de todo esa había sido su elección.
Cuando regresó después de dos años, la curiosidad pudo más que sus sentimientos. Volvió a la vieja casona donde un cartel enorme de “SE VENDE IMPORTANTE PROPIEDAD” enturbió su vista y se desmayó. El cachetazo al trajo a la realidad y la mano cálida de Pedro, que la agarró fuerte hizo que su interés por el aquí y ahora mirara para adelante un futuro inimaginable.

Josefina Iannetta

1 comentario:

  1. Este relato forma parte de una serie de escritos seleccionados, los que son realizados por estudiantes de la carrera en los que muestran su sensibilidad y conocimiento.
    ¡Gracias Josefina!

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