"Cada vez que un niño se encuentra con una autoridad inflexible y estéril se cierran las puertas de su desarrollo. Si los errores son sólo eso, errores. ¿dónde está el incentivo para intentarlo otra vez, y para aprender de ellos?
Si cada paso en falso se vive como una derrota, no puede haber esperanza. Demasiados niños se meten en si mismos,
desmoralizados o simplemente pisoteados cuando se equivocan,
lo cual no puede impedirse.
Por otro lado, si cada error o tonteria se tolerase,
si los adultos se plegaran ante cualquier exigencia de los niños,
éstos no desarrollarían entusiasmo por aprender.
El entusiasmo es el carburante de la voluntad,
la voluntad de aprender, de intentarlo,
de probar otra vez, de progresar.
Esta voluntad se despierta cuando el niño encuentra la verdadera autoridad."
Educar Hoy. Pedagogía Waldorf. C. Clouder
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