El Goethe de Rudolf Steiner

Fragmento de La metamorfosis de los fenómenos universales 

En cuanto a lo que se refiere a los fenómenos de rotación, traslación de la Tierra, vemos que presentan una polaridad. Los denominados fenómenos naturales bajo el aspecto material pueden abordarse mediante el concepto de gradación, que consiste en obtener lo espiritual de la materia por medio de la actividad de la naturaleza. Por caso, gradación, floración: fenómeno espiritual. La gradación tiende a elevarse hasta configurar mejor las ideas de las cosas.
Convengamos que la naturaleza mantiene secretos, pero origina fenómenos que podemos leer. Cuando la gradación llegó a su meta, al final del proceso, la idea manifestada en los fenómenos se convierte en percepción inmediata. En los fenómenos materiales sólo ve mediante el pensamiento, en cambio, en la gradación lo que sólo puede ser visto con el ojo espiritual, en la cima lo puede ver el ojo físico. Es decir, no hay materia muerta, sin espíritu, este actúa tanto en la naturaleza como en el interior del hombre, en tanto que el hombre puede elevarse a participar en las producciones de la naturaleza:
“Desde la teja que cae hasta la chispa que te ilumina y comunicas, todo en el universo es manifestación de un espíritu creador:”
“Todos los efectos de la especie que sean son recorridos por una onda”.
A Goethe todos los fenómenos del mundo se le presentan como modificaciones del espíritu, y el que los contempla revive la metamorfosis del espíritu desde la inadecuación () hasta su forma genuina. 
Todas las fuerzas creadoras constituyen un todo que se manifiesta diverso y relacionado. Pero el mundo no es uniforme, las leyes dependen de su ámbito (i-o-e). Los mecanicistas creen que algo vivo es una forma compleja de fuerzas mecánicas, pero Goethe no acepta la descomposición de los fenómenos naturales en mecánica de átomos.
Goethe buscaba sin reducir la naturaleza a una única especie, observaba cómo la naturaleza creadora revela su ley general en cada ámbito por medio de formas particulares, ya que consideraba que no hay un modo uniforme de pensamiento aplicable a los fenómenos naturales
Como investigador natural era panteísta, es decir, abarca el espíritu del todo. Como poeta era politeísta, es decir, ve en lo particular la espiritualidad que venera. Mientras sigamos contentándonos con percibir los objetos que nos rodean y considerar sus leyes como principios impuestos que los rigen, los veremos enfrente como fuerzas desconocidas que actúan sobre ellos y les imprimen la idea de sus leyes.
Sólo sentirá las leyes de la naturaleza como una necesidad, pero si el hombre se da cuenta que las formas de la naturaleza son formas del mismo espíritu que actúa sobre él se dará cuenta concientemente de que participa de la libertad. En cambio, si siente las leyes de la naturaleza como coactivas, es porque las considera una fuerza extraña. Si nos adaptamos a su esencia, a su desarrollo, las sentiremos como fuerza propia que podemos movilizar en nuestro interior. Si el hombre en su acción asimila esas fuerzas como propias, dejará de verlas como impulsos extraños y así se liberará, produciendo actos de conocimiento. 
Para finalizar, recordaremos que en cuanto a las obras de arte italianas dijo Goethe: “los espíritus omnicomprensivos, creadores, son fecundos porque parten de una idea para expresar la unidad del todo, y después la naturaleza debería adaptarse a esas ideas”.
En cuanto a nosotros, creemos que no es difícil rastrear las influencias de aquélla fecundidad que aun esperan ser fructificadas en nuestra civilización.

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