Cúrense a ustedes mismos - Capítulo I - Edward Bach

Cúrense a Sí Mismos
de Edward Bach
[Publicado por C. W. Daniel Co. en 1931]
Una explicación de la Verdadera Causa y Curación de la Enfermedad
Este libro está dedicado
a
todos los que sufren
o
están desesperados
CAPÍTULO UNO
No es el propósito de este libro sugerir que es innecesario el arte de la curación, no es esa la intención, sino que se espera humildemente que este sea una guía para los que sufren, para que busquen en su propio interior el verdadero origen de sus enfermedades, para que puedan ayudarse a sí mismos en su propia sanación. Además, es de esperar que pueda estimular a los que, tanto en la profesión médica como en las órdenes religiosas, sienten compasión por el bienestar de la humanidad, para que redoblen sus esfuerzos en la búsqueda del alivio del sufrimiento humano, y de esta forma acelerar la llegada de ese día cuando se complete la victoria sobre la enfermedad.
La razón principal del fracaso de la ciencia médica moderna radica en que trata los resultados y no con las causas. Durante muchos siglos la causa verdadera de la enfermedad ha sido enmascarada por el materialismo y con ello se le ha dado a la enfermedad en sí toda la oportunidad de extender sus estragos, por que no se le ha atacado en su origen. La situación es como que a un enemigo, fuertemente fortificado en los cerros, continuamente se le esté haciendo guerra de guerrillas en los campos circundantes mientras que la gente, ignorando la guarnición fortificada, se conforma con reparar las viviendas dañadas y enterrar los muertos que son el resultado de las oleadas de los maleantes. Así, en términos generales, es la situación de la medicina actual, nada más que parchar a los atacados y enterrar a los que son asesinados sin que se dé importancia a la fortaleza verdadera.
Nunca por medio de los actuales métodos materiales se curará o erradicará la enfermedad, por la simple razón que en su origen la enfermedad no es material. . Lo que conocemos como enfermedad es el resultado final que se produce en el cuerpo, el producto final de fuerzas de acción profunda y duradera, e incluso si fuera el tratamiento material por si solo aparentemente exitoso, esto no sería nada más que un alivio, a menos que se eliminase la causa verdadera. La tendencia moderna de la ciencia médica, al malinterpretar la verdadera naturaleza de la enfermedad y circunscribirla en términos materialistas al cuerpo físico, ha aumentado enormemente su poder. Primero, distrayendo del pensamiento de las personas del verdadero origen y por ende, del método efectivo de ataque, y segundo, al localizarla en el cuerpo; de esta forma se oscurece la verdadera esperanza de la recuperación y se origina un complejo tremendo de miedo a la enfermedad que nunca debería de haber existido.
La enfermedad es en esencia el resultado del conflicto entre en Alma y la Mente, y nunca se erradicará excepto por el esfuerzo espiritual y mental. Tales esfuerzos, si se hacen apropiadamente con entendimiento, como lo veremos más tarde, podrán curar y prevenir la enfermedad al eliminarse aquellos factores básicos que son su causa principal. Ningún esfuerzo dirigido sólo al cuerpo puede hacer más que reparar el daño de manera superficial, y en esto no existe cura alguna, porque la causa sigue operando y puede en cualquier momento manifestar su presencia nuevamente. De hecho, en muchos casos es dañina la recuperación aparente, porque oculta al paciente la causa verdadera de su problema y en la satisfacción de la salud aparentemente renovada, la realidad verdadera, que al no ser notada, puede fortalecerse. Contrastan estos casos con el del paciente que conoce, o que es informado por algún médico sabio, la naturaleza de las fuerzas mentales y espirituales adversas en acción, el resultado de lo que precipitó lo que llamamos enfermedad en el cuerpo físico. Si este paciente intenta neutralizas esas fuerzas directamente, la salud se mejorará tan pronto como esto sea exitosamente iniciado, y al completarse, desaparecerá la enfermedad. Esta es la sanación verdadera, atacando la fortificación que es la base misma de la causa del sufrimiento.
Una de las excepciones a los métodos materialistas en la ciencia médica moderna es la del gran Hahnemann, el fundador de la Homeopatía, quien al darse cuenta del amor benéfico del Creador y de la Divinidad que habita en el interior del hombre, estudiando la actitud mental de sus pacientes hacia la vida, el medio ambiente y sus enfermedades respectivas, trató de hallar en las hierbas del campo y en los reinos de la naturaleza el remedio que no sólo curase sus cuerpos sino que al mismo tiempo, elevase su visión. Su ciencia puede ser ampliada y desarrollada por aquellos verdaderos médicos que sienten sincero amor por la humanidad.
Quinientos años antes de Cristo algunos médicos de la antigua India, trabajando bajo la influencia del Señor Buda, desarrollaron el arte de sanar a un estado de perfección tal que fueron capaces de suprimir la cirugía, aunque la cirugía de su época era tan eficiente, o aún más, que la actual. Hombres como Hipócrates con sus ideales poderosos de sanación, Paracelso con su convicción respecto de la Divinidad en el hombre, y Hahnemann que se dio cuenta que la enfermedad se originaba en un plano superior al físico – todos ellos sabían mucho de la naturaleza verdadera y del remedio para el sufrimiento. Cuánto sufrimiento indecible se habría ahorrado en los veinte o veinticinco siglos pasados si se hubiese seguido las enseñanzas del arte de los grandes maestros, pero, como en otras cosas, el materialismo ha atraído muy poderosamente al Mundo Occidental, y durante un tiempo tan largo, que las voces de los obstructores prácticos se han elevado por sobre el consejo de los que conocían la verdad.
Dejemos aquí brevemente estipulado que la enfermedad, aunque aparentemente tan cruel, es en si misma beneficiosa y por nuestro bien y, si se la interpreta correctamente, nos guiará a nuestras faltas esenciales. Si es tratada adecuadamente, será la causa de la eliminación de esas faltas y nos dejará mejores y más grandes que antes. El sufrimiento es un correctivo para señalar una lección que por otros medios no habríamos entendido, y nunca puede ser erradicada hasta que se aprenda la lección. Permitamos que se sepa también que en aquellos que comprenden y pueden leer el significado de los síntomas premonitorios, la enfermedad puede prevenirse antes de su aparición o interrumpida en sus primeras etapas si se hacen los esfuerzos espirituales y mentales apropiados. Tampoco se necesita bajo ninguna circunstancia perder la esperanza, por grave que sea, porque el concedérsele vida física al individuo, indica que el Alma que gobierna no está sin esperanza.

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