Goethe y su metodología científica


Rudolf Steiner (1861-1925), fundador de la Antroposofía, desarrolló una metodología científica basada en la visión del mundo de J. W. Goethe (1749-1832). El moderno goetheanismo, desarrollado en el entorno de la obra de Steiner está emparentado con la fenomenología de Husserl: mirar sin presuposición, sin buscar nada más detrás del fenómeno.
Goethe nunca explicó el método aplicado en sus trabajos científicos, simplemente lo utilizó y ha sido posteriormente Rudolf Steiner quien trabajando sobre los resultados expuestos por Goethe sobre diferentes fenómenos de la naturaleza, se atrevió a definirlo como un método científico coherente e innovador que se ha dado en llamar goetheanismo o fenomenología goetheana.
El enfoque fenomenológico goetheano en las ciencias naturales en general puede contribuir a comprender los procesos vitales y los valores intrínsecos de la naturaleza viva. Permitir aprender a comprender el lenguaje de la naturaleza, a leer el libro de la naturaleza. Pero no de una manera romántica y soñadora sino clara y crítica utilizando todo nuestro potencial racional adaptado adecuadamente para poder abarcar el amplio objeto de estudio.
La metodología goetheana emplea tres niveles de experiencia/contemplación sucesivos para la comprensión de la realidad: 1) "exacta percepción a través de los sentidos", para el encuentro con el ahora, el nivel adecuado para el mundo de las cosas físicas, partes separadas; 2) "exacta fantasía sensorial", para vivir el proceso de llegar a ser lo que es hoy en día, para vivir entre las partes de un conjunto vivo de forma que podemos recrear interiormente su desarrollo relacionando unas partes con otras; y 3) "conocimiento a través de la contemplación", para ver el ser, el nivel en el que experimentamos un profundo sentimiento intangible de lo que encontramos o nos toca en su esencia a partir del conjunto.
Goethe, frente a una ciencia de hechos, se ha situado en un nivel teórico superior al remitir la comprensión de los fenómenos observables a su esencia ideal. No obstante el peso mayor de la discusión se ha centrado alrededor de la valoración del modo goetheano de comprender y de practicar la ciencia. Teniendo en cuenta que ha sido la concepción científica de Newton, y no la de Goethe, la que se ha impuesto dominando la práctica científica de los dos últimos siglos, las críticas negativas han arreciado (Sánchez Meca, 1997). No obstante, diferentes colectivos y autores científicos, entre los que se encuentran los antropósofos, aportan argumentos de peso para considerar a Goethe como un pionero de la actual orientación ecológico-holística de la ciencia que emerge como un cambio de paradigma (Amrine et al., 1987; Bortoft, 1996).
 El enfoque fenomenológico goetheano plantea la búsqueda de una comprensión y métodos de investigación basados en una concepción monista. Este es un enfoque holístico que incluye al observador junto con lo observado como objeto de investigación y experimentación en las ciencias naturales, lo que se puede considerar como un enfoque participativo a su manera. Este enfoque pretende dar respuesta a las siguientes necesidades (Stobbelaar, 1993):
-       Servir de instrumento para la integración de la investigación multidisciplinar así como la de la teoría y la práctica.
-       Servir de instrumento para la gestión respetuosa y ambientalmente sensible de todo tipo de usos del territorio.
-       Servir de instrumento para establecer un puente que salve la separación que existe entre el ser humano y la naturaleza, así como contribuir al acercamiento entre especialistas y grupos polarizados con diferentes conocimientos y experiencia.
-       Servir de instrumento para clarificar conceptos vagos, tales como: holismo, realidad, orgánico, totalidad, salud, vitalidad, calidad de vida, etc. Tales conceptos deberían poder ser objetos de investigación y manejables mediante una tecnología adecuada en la medida en que se hagan explicables y comunicables.
Para comprender la fenomenología goetheana es importante darse cuenta de que, en este enfoque, el científico hace sus propias observaciones y experimentos que son considerados como mediadores para relacionarle con el objeto de investigación. Tanto las observaciones empíricas como las experimentales son consideradas aquí como experimentos. Su única diferencia consiste en el grado de manipulación del objeto, que naturalmente es mayor en el caso de un experimento, pero que no está ausente totalmente en el caso de la observación empírica. El experimento como mediador entre el sujeto y el objeto es el fundamento de la fenomenología (Stobbelaar, 1993).
Otra consideración importante es que los fallos sobre el conocimiento de un objeto no se pueden atribuir tanto a fallos en la observación como a fallos en la comprensión de la observación. Nuestros sentidos no nos engañan, sólo nuestra comprensión puede fallar, nuestra interpretación del fenómeno observado (Stobbelaar, 1993).
En tercer lugar, el reto de esta metodología está en no buscar explicaciones "detrás" del fenómeno observado, sino tomar los propios fenómenos como claves para comprenderlos. No mirar detrás del fenómeno, ellos mismos son las explicaciones (Stobbelaar, 1993).
Estas tres consideraciones, que ya fueron expresadas por Goethe en sus estudios científicos (Sánchez Meca, 1997), nos llevan a comprender que, como sujetos observadores y experimentadores, somos la clave final de cómo entendemos los objetos que estudiamos. No existe ningún instrumento de observación, ni ninguna teoría que pueda explicarla que no esté basada en la comprensión humana. Nada externo a nosotros puede forzarnos a aceptar una explicación o prueba, excepto nuestro propio sentimiento de la verdad. Esto comprende tanto la verdad sobre el objeto, como la verdad sobre nuestra relación con el objeto así como, original y finalmente, la verdad sobre nosotros mismos. Nosotros, como seres humanos, con nuestras capacidades de conocer, somos en último extremo nuestro propio instrumento para llegar a comprender todos los objetos en los que estemos interesados, sean físicos o no. Esto significa que si queremos aceptar toda la responsabilidad sobre nuestra forma de comprender a los seres humanos y la naturaleza, tenemos que mirar cómo generamos nuestro conocimiento, nuestra comprensión. Puesto que sólo cuando entendemos nuestra forma de comprender podemos responder a todas las cuestiones que nos surjan sobre la racionalidad de nuestras acciones basadas en esa comprensión. Para evaluar la realidad, la verdad, la validez, la moral o ética de nuestro modo de comprender tenemos que comprender nuestra forma de generar esa comprensión (Stobbelaar, 1993).
Margaret Colquhoun (Colquhoun, 1997) sintetiza la metodología goetheana para alcanzar la comprensión de un fenómeno, visible o no, de acuerdo a las indicaciones de Steiner en la introducción a los trabajos científicos de Goethe, como un camino que consta de tres pasos, mediante los cuales se recorren tres niveles de conocimiento o de formas de observar el fenómeno o el objeto de estudio, que conducen progresivamente a su esencia más profunda:
-       El nivel más apropiado para abordar el mundo de las cosas físicas, las partes separadas de un fenómeno u objeto. Para este nivel, según Goethe, se requiere desarrollar la capacidad de llevar a cabo una percepción exacta a través de los sentidos. Se podría decir que en este nivel nos encontramos "viendo el ahora" del fenómeno u objeto observado.
-       El nivel en el que "vivimos" entre las partes físicas con un tipo de pensamiento vivo más fluido, que conecta todas las partes de una totalidad viva entre sí, de forma que podemos recrear interiormente su desarrollo a partir de la relación de unas partes con otras. Para este nivel, según Goethe, se requiere desarrollar la capacidad de tener una fantasía sensorial exacta, de ser capaces de recrear interiormente con precisión lo percibido previamente a través de los sentidos. Se podría decir que en este nivel nos encontramos "viendo el devenir o la relación" espacial y/o temporal entre las partes o manifestaciones del fenómeno u objeto observado.

-       El nivel en el que experimentamos un profundo sentimiento intangible de lo que viene a nuestro encuentro o nos toca en su esencia a partir de la totalidad de un fenómeno u objeto. Para este nivel, según Goethe, se requiere desarrollar la capacidad de conocer por la contemplación. Se podría decir que en este nivel nos encontramos "viendo el ser" del fenómeno u objeto observado.

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