Sexo masculino, 21 años, electricista
Antecedentes:
El paciente se dedicaba a la instalación de cables eléctricos, y en el momento del accidente se encontraba subido en el extremo de un poste de diez metros de altura. Estaba trabajando en la instalación de un cable “positivo”, es decir conductor, y mientras lo sujetaba, el viento giró contra él el cable negativo, o de tierra, cuyo contacto hizo circular 700 volts a través de su cuerpo. Su mano derecha, que sujetaba el cable positivo, se cerró espasmódicamente sobre él, como suele suceder en los casos de electrocución, sin poder soltarlo, una vez liberado del contacto con el cable de tierra, cayó desde los diez metros, sobre un cerco de arbustos, que amortiguó su caída, recogiéndoselo en estado de semi-inconsciencia.
Tratamiento:
Oct. 24: Revisé al paciente cuatro días después del accidente. La mano derecha se hallaba hinchada a casi tres veces su tamaño normal, con severas quemaduras en la yema del pulgar, entre los dedos anular y meñique, y en el lado externo de la palma. La mano carecía de toda sensación, y en cierta forma estaba prácticamente “muerta”, con una total ausencia de dolor.
Inmediatamente se le administró Clematis en forma interna, para devolver la vida a la mano, agregando Impatiens en forma de loción, para actuar como bálsamo sobre las heridas.
Oct. 26. La mano ha comenzado a volver a la vida, y al retornar el tacto ha comenzado a doler cuando se la mantiene suspendida hacia abajo, también ha disminuido la inflamación. Durante la mañana, el paciente pisó accidentalmente a su pequeño cachorro, y el grito que lanzó lo sobresaltó de tal forma que lo obligó a sentarse, “temblando y estremeciéndose convulsivamente”, como lo había hecho durante el shock eléctrico. Sin embargo, el paciente se manifestaba externamente alegre, y minimizaba la importancia de sus heridas.
En esa oportunidad se le proporcionó Agrimony, Mimulus y Rock rose en forma interna: Agrimony para el estado mental de excitación a pesar de sus quemaduras, Mimulus para suavizar el sistema nervioso, y Rock rose para prever posibles complicaciones, tales como hemorragias en las heridas.
Oct. 28: La mano aparece mucho menos inflamada, pero tiende a doler cuando se la venda, por primera vez sangró ligeramente por las quemaduras. Se agregó Impatiens a la loción de Caléndula utilizada para vendar la mano, también se administró Impatiens y Agrimony internamente: Impatiens para el dolor, y Agrimony, como antes, para el estado mental.
Oct. 30: Las heridas, que hasta el momento no habían presentado ninguna reacción saludable, comenzaron a supurar con un olor ofensivo, especialmente la de la yema del pulgar, y fue preciso vendarlas dos veces al día. Dos de los dedos temblaban y se estremecían espasmódicamente. El paciente no había “vuelto a ser él mismo” desde el shock eléctrico. Aún carecía de sensaciones en el pulgar o en su yema, pero la mano ya casi había vuelto a su tamaño normal.
Se le administró Scleranthus, Clematis y Gentian en forma oral: Scleranthus para la inestabilidad de los dedos; Clematis para volverlo a su personalidad normal, y Gentian para aliviar una ligera depresión.
Nov. 2: Ligera mejoría, pero aún persiste la insensibilidad del pulgar y el área circundante.
Nov. 5: Se genera un cierto temblor en la mano, cuando el paciente trata de abrir y cerrar los dedos.
Se le administró Clematis, Gentian y Scleranthus internamente: Clematis para devolverle “la vida” a la mano; Scleranthus para el temblor, y Gentian para la ligera depresión, que aún persistía.
Nov. 11: El paciente evoluciona bien, excepto por cierta rigidez en los dedos, especialmente el pulgar, que aparece bastante bloqueado. Se le proporcionó Vervain internamente, agregándola también a la loción, a fin de combatir la rigidez.
Nov. 17: La mano está mucho mejor; puede escribir algo a máquina, y las heridas prácticamente han cicatrizado, excepto la más grande de la yema del pulgar, donde los tejidos se habían quemado hasta la fascia. Se le administró Vervain para cierta rigidez remanente, y se aplicó Impatiens en las vendas por si las terminales expuestas provocaban algún dolor.
Nov. 18: Cuando el paciente llegó para el siguiente vendaje, no sólo podía mover libremente el pulgar, sino que manifestó encontrarse maravillosamente bien; se sentía en excelente estado, y pudo hacer una caminata de diez millas.
A partir de ese momento, el progreso fue rápido, y la herida más grande cerró sin ninguna supuración más. La nueva piel se formó naturalmente, haciendo evidente que no haría falta ningún tipo de implante de piel, y que la mano no presentaría ningún tipo de discapacidad posterior. Las cicatrices resultantes fueron muy leves, y sólo sobre la yema del pulgar, donde la quemadura había alcanzado el cuarto grado.
Del libro “Bach por Bach”, Ediciones Continente.
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